Virgen del Camino

Virgen del Camino
Madre de Dios

martes, 20 de diciembre de 2011

Santa María de la Esperanza

NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

Maestra de esperanza. María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones. Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento —Judit, Ester, Débora— consiguieron ya en la tierra una gloria humana, fueron aclamadas por el pueblo, ensalzadas. El trono de María, como el de su Hijo, es la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los Cielos, es su callada presencia lo que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien, anota que está junto a los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad.

¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. Porque nos falta fe: ¡bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han declarado de parte del Señor.
(286 Amigos de Dios) san Josemaría Escrivá (Fundador del Opus Dei)

viernes, 16 de diciembre de 2011

theotokos: Prefacio II de Navidad

theotokos: Prefacio II de Navidad: RIQUEZAS DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA PREFACIO II DE NAVIDAD Juan Manuel Sierra López Doctor en Liturgia. Trabaja al servicio de la Santa S...

Prefacio II de Navidad

RIQUEZAS DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA

PREFACIO II DE NAVIDAD

Juan Manuel Sierra López

Doctor en Liturgia. Trabaja al servicio de la Santa Sede como oficial de la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos.

El segundo prefacio para la Navidad se puede utilizar en el día de Navidad, durante la octava y todo el tiempo de Navidad, mientras no concurra una fiesta o solemnidad que tenga el prefacio propio.
Este texto se considera de nueva composición, elaborado para la edición del Misal Romano después del Concilio Vaticano II. Sin embargo, está inspirado en un sermón del papa san León Magno (Sermón segundo de Navidad: PL 54, 195-196) y recoge ideas y expresiones que se repiten en muchos de los antiguos textos litúrgicos romanos.

EL TEXTO

            Se trata de un prefacio más bien extenso, que presenta la obra de la salvación desde el misterio de Cristo, en un párrafo denso; por eso, el Misal lo titula “La restauración del universo en la Encarnación”. Dice así:
           
“Porque en el misterio santo que hoy celebramos, Cristo,
el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre
nosotros de un modo nuevo:
el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar
la nuestra;
el eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra
vida temporal para asumir en sí todo lo creado,
para reconstruir lo que estaba caído y restaurar de este modo
el universo, para llamar de nuevo al reino de los cielos al
hombre sumergido en el pecado.

            La versión española se diferencia un poco de la versión latina, pues explicita algunos términos y añade una frase que condensa la enseñanza de la oración: “Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre nosotros de un modo nuevo”.

LO QUE ESTAMOS CELEBRANDO

            Tras la primera parte del prefacio, que introduce la acción de gracias, se nos llama la atención sobre lo que “hoy celebramos”: por medio de la liturgia nos unimos de tal manera al acontecimiento de la salvación  que pasa a constituir  un presente, en  Dios y en la asamblea que celebra. De esta forma, el “misterio santo”, que en este caso es la Encarnación y el Nacimiento de Jesucristo, se torna accesible y es posible asimilarlo en la realidad de nuestra existencia, no porque lo comprendamos plenamente con nuestra inteligencia, sino porque participamos de él, nos sumergimos en la salvación y participamos de ella.
            Vienen a nuestro recuerdo las palabras que el evangelio de Lucas repite sobre la Virgen María: “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón Lc 2, 19 y 51). Los acontecimientos que han tenido lugar, siguen estando presentes como fuente de vida en nuestro corazón. Todo esto es aún más real en la vida de gracia y en el Año Litúrgico que se desarrolla en la Misa.

LA DIFERENCIA ENTRE CRISTO Y NOSOTROS

            Sigue un doble paralelismo que expresa la transformación de la persona de Cristo en la Encarnación: visibilidad y temporalidad. El Señor, en cuanto Dios, era invisible y no estaba sujeto al tiempo; al asumir una naturaleza humana, con todas sus consecuencias, se hace visible y empieza a estar sometido al transcurso del tiempo: semejante en todo a nosotros, menos en el pecado.
            Todo esto adquiere una especial plasticidad en los días de Navidad, pies la Iglesia nos invita a descubrir  nuestro Salvador en un niño recién nacido, con la ternura que encierra y la dificultad de comprensión.
            A continuación se explica la finalidad del misterio de la Encarnación y el Nacimiento con una triple afirmación: asume todo lo creado, reconstruye lo caído y restaura el universo. Esto se condensa en la acción sobre el hombre, centro de la creación, imagen de Dios y responsable directo del pecado y lo que éste implica: “Llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre sumergido en el pecado”.
            Si ponemos nuestra atención en Jesús, si nos acercamos al misterio de la persona del Salvador, podremos comprender mejor el amor infinito de Dios que nos sale al encuentro y la trascendencia de la redención, que nos libra del pecado.
            Una vez más, se enlazan la primera creación y la recreación que tiene lugar gracias al sí de María, la nueva Eva, que hace posible la Encarnación y el nacimiento del Señor.

CONCLUSIÓN

            Este desarrollo del misterio de la salvación realizada por Cristo nos lleva a la alabanza de Dios Padre y a vivir con intensidad la acción de gracias en la Misa.
            Lo que celebramos es verdaderamente entrañable, sensible y profundo: es el amor infinito de Dios que se hace hombre para que el hombre se haga Dios; Dios participa de la humanidad para que el hombre pueda participar de la divinidad.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Romance de Navidad

ROMANCE DE NAVIDAD

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía.

Abrazado con su esposa,
que en sus brazos le traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había:
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había:
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía.

Que eran joyas que la esposa
al desposorio traía;
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre enDios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno se solía.

                 San Juan de la Cruz

MADRE DE DIOS

Campo, ya diste el mejor Trigo.
Maduró, pura Viña, tu Racimo.
Corza, vimos tu salto más ardido.
Granada, ya ofreciste el Rubí vivo.
Azucena, se doran tus pistilos.
Bosque, brotó tu fresco Mantantío.
Alba, tu sol ha sonreído.
Jardín, volvió la luz del paraíso.
Madre de Dios, ¡ya vimos a tu Hijo!

                 Juan Bautista Bertrán.

LA VIRGEN ARRODILLADA EN NAVIDAD

¡Morena por el sol de la alegría,
mirada por la luz de la promesa,
jardín donde la sangre vuela y pesa:
inmaculada tú, Virgen María!

¿Qué viento turba el monte y le conmueve?
Canta su gozo el alba desposada,
calma su angustia el mar, antiguo y bueno.

¿Qué arroyo te ha enseñado la armonía
de tu paso sencillo, qué sorpresa
de vuelo arrepentido y nube ilesa,
junta tus manos en el alba fría?

La Virgen a mirarle no se atreve,
y el vuelo de su voz arrodillada
canta al Señor, que llora sobre el heno.

                        Luis Rosales

sábado, 26 de noviembre de 2011

Refugio de pecadores.

REFÚGIUM PECCATORUM  (Refugio de los pecadores)

“Ruega por nosotros, pecadores”

Así rezamos incansablemente en el Ave María, una y otra vez, para alcanzar la misericordia de Dios.

“Es una maniobra clásica y altamente exitosa la de presentar como mediadora de las peticiones complicadas a la madre. Y aquí hacemos lo mismo, porque María es la madre de Dios y madre nuestra.
            En un conocido cuento, llevado al cine, como Marcelino, Pan y Vino, se narra una conmovedora escena. Marcelino es un niño abandonado en la puerta de un monasterio. Los religiosos se encariñan con él y acaban por quedárselo. Cuando apenas tiene cinco años, sube un día al desván y entre trastos y cosas viejas, hay un Cristo crucificado de tamaño natural. Marcelino habla al Señor y éste responde. Comienza el niño por contarle su historia. No ha conocido a su madre.
            -¿Tú tienes madre, verdad?
            -Sí, contesta Cristo.
            -¿Y dónde está?, pregunta Marcelino.
            -Con la tuya, le dice Jesús.
            -¿Y cómo son las madres? –pregunta el niño-.Yo siempre he pensado en la mía y lo que más me gustaría de todo sería verla aunque solo fuera un momento.

            Entonces el Señor le explicó cómo eran las madres. Y le dijo cómo eran de dulces y de bellas, y que se quitan las cosas de comer y de beber y de abrigarse para dárselas a ellos.
            ¡Que no hará la Virgen María por nosotros si le pedimos con confianza! El mejor camino que tenemos para llegar a Cristo es la Virgen, y por eso le pedimos a ella que pida por nosotros a Dios. La Virgen no es omnipotente por su propio poder, pero sí por la capacidad que tiene de mover el corazón de Dios.”

(Orar con el Ave María de Vicente Ferrero)

Nuestra Madre, la Virgen María, está siempre atenta a nuestras súplicas. Podemos pensar que es cosa de niños y sin embargo cuanto mayores nos hacemos más necesitamos de sus cuidados. Y cuanto más listos y doctos nos creemos más necesitamos imitarla en su humildad, en su sencillez. Única forma de alcanzar el corazón de Dios.

            “Él hace proezas con su brazo:
            dispersa a los soberbios de corazón,
            derriba del trono a los poderosos
            y enaltece a los humildes,
            a los hambrientos los colma de bienes
            y a los ricos los despide vacíos.”

Este fragmento del Magnificat no deja dudas.  Hacerse como niños, mejor aún, imitar a la Virgen, que siendo Madre de Dios vive en el silencio y en la contemplación, en oración.  

Solo en la oración se desnuda nuestra alma. Y ese precisamente, es el miedo que tienen muchos. Que al desnudarse aparezcan las imperfecciones y los fantasmas.

Refugio de los pecadores, la titulamos a la Virgen, la que quedó por designio divino, libre de pecado. Ella es refugio de pecadores. Todos podemos refugiarnos en ella, seguros de su amor, de su intercesión.


lunes, 21 de noviembre de 2011

La auténtica fe católica y la devoción a María.

LA AUTÉNTICA FE CATOLICA Y LA DEVOCIÓN A MARÍA

            “Y ahora aplicaré lo que he venido diciendo a la doctrina de la Iglesia acerca de la Santísima Virgen. Voy a abordar un tema de índole tan sagrada, que –al escribir, como lo estoy haciendo, para publicarlo- necesito pedir disculpas por mi decisión de atreverme a continuar con él.
            Y entonces digo que, si estamos convencidos de que María dio a luz, amamantó, y llevó en brazos al Eterno hecho niño, ¿qué límites podemos poner al flujo y al torrente de pensamientos que encierra esa doctrina? ¿No habremos de sentirnos embargados por el asombro y la sorpresa al conocer que una criatura ha sido llevada tan cerca de la divina Esencia? Cuando los santos apóstoles anunciaron que Dios se había encarnado, nació un concepto nuevo, un sentimiento nuevo, una fe nueva y un culto nuevo; a partir de entonces se hicieron posibles una devoción y un amor sin límites a Dios, que parecían imposibles antes de esa revelación. Éste fue el primer fruto de su predicación. Pero además de eso, en cuanto se supo que el Dios encarnado tenía una madre, se abrió camino entre la humanidad una nueva serie de pensamientos hasta entonces desconocidos y distintos de todos los demás.
           
La segunda idea es completamente distinta de la primera y no interfiere con ella. Él es un Dios que se hace pequeño, ella es una mujer a la que han hecho grande.
           
No me gusta casi nada utilizar un ejemplo tan común para hablar de la dignidad de la Santísima Virgen entre los seres creados, pero quizás pueda servir para explicar lo que quiero decir si le pido que piense en la diferencia de sentimientos con que Usted y nosotros leemos la historia de María Teresa y la de la Docella de Orléans (María Teresa es la emperatriz de Austria 1740-1780) (La doncella de Orleans es Juana de Arco (1412-1435), que era hija de un campesino), o la diferencia de sentimientos con que las clases medias y bajas de una nación miran a un primer ministro en activo según que provenga de una familia aristocrática o que haya surgido de las bases. ¡Dios me libre por su misericordia de la más mínima sombra de pensamiento que pueda empañar la pureza, o mitigar la intensidad del amor que le debemos a él, que es nuestra única felicidad y nuestra única salvación! Pero cuando se hizo hombre, nos reveló sus incomunicables atributos con tan claridad, que ya no es posible rebajarlo a él por el mero hecho de que exaltemos a una criatura. Solo él tiene la llave de nuestra alma, sólo él puede leer nuestros pensamientos secretos, hablarle a nuestro corazón, otorgarnos el perdón y la fuerza espiritual. Sólo de él dependemos. Sólo él es nuestra vida interior; él no sólo nos regenera, sino que –para usar palabras apropiadas para tan alto misterio- Semper gignit (está siempre engendrando. Se aplica a Dios Padre en la teología trinitaria): está siempre renovando nuestro nacimiento y nuestra filiación celestial. “

   (María Páginas Selectas de John Henry Newman 1801-1890)

martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestra Señora de Candelaria

De las excelencias de la imagen de la Candelaria.

“En aquella isla y entre esta gente que he contado, muchos años antes que tuviesen lumbre de fe ni noticias de evangelio, fue Dios servido que apareciese una de las mayores reliquias que hay en el mundo, y que más milagros ha obrado. Y aunque así a esta isla como a las comarcanas, los antiguos llamaron Fortunadas, por la fertilidad de tierra, temple y aires, por la docilidad de la gente y ubérrimos ingenios que produce, por ninguna razón le cuadra más este título de dichosas, como es por tener y encerrar en sí un don tan sobrenatural, una merced tan extraña, un beneficio tan inmenso, una dicha tan grande como es la santísima imagen de Candelaria que en esta isla apareció.
            Si Loreto en Italia se precia de su imagen y con pregones altísimos la blasona, habiendo aparecido entre cristianos; si los altos e inaccesibles peñascos de Montserrat son poblados y visitados de innumerables gentes por haber aparecido allí aquella señora; Si Zaragoza con su Pilar está tan ufana; si Guadalupe tiene la nombradía y obras que sabemos por el mundo todo, por respeto de su imagen; si Peña de Francia, si la Antigua en Sevilla, si Consolación en Utrera, etc., son tan estimadas y con razón, ¿cuál veneración, estima, respeto y devoción se debe a esta Señora de Candelaria, por haber aparecido a infieles, y en tierra de infieles? Pues fue medio para que ellos viniesen a la fidelidad evangélica, y tuviesen conocimiento de uno y verdadero Dios. Préciase Roma de que recibió la fe y evangelio de San Pedro, y España de haber tenido por predicador a Santiago. La India se estima de haber oido a Tomás, y a San Juan Evangelista Grecia toda blasona de haber recibido su doctrina y haberlo tenido por principio y maestro de su cristiandad: que con más razón se preciará Tenerife de tener por predicadora de la fe aquélla en quien sola permaneció, así en actos exteriores, como interiores, que es la Virgen de Candelaria, patrona suya; que aunque con palabras no divulgó el evangelio, con su presencia dispuso los ánimos a recibirlo con mucha facilidad y a guardarlo con toda fidelidad y entereza; y es tanta la que los naturales con esta santa reliquia tienen, que si la fe no les enseñara la Candelaria ser madre de Dios, y no Dios, la confesaran a ella y tuvieran por tal, según la fe que con ella tienen, por haberles en su infidelidad aparecido y a la ley evangélica por su medio atraído”
             (Historia de Nuestra Señora de Candelaria de Fray Alonso de Espinosa, bautizado en Alcalá de Henares el 17 de mayo de 1543)
   
            En este relato podemos apreciar la acción misionera de la Madre de Dios, que se adelanta a sus hijos para facilitarles su labor evangelizadora. Parece que tenga prisa, y es que urge que el hombre encuentre la felicidad, que su corazón se llene de paz. Ella nos conduce siempre a su Hijo, en el que encontramos la razón de nuestro existir.

viernes, 11 de noviembre de 2011

prólogo

LA VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS. (theotokos)

Puede ser un atrevimiento, por mi parte, hacer un blog para mostrar y compartir mi amor a la santísima Virgen María.
       
Ser amante de la Madre de Dios es el sentimiento de mayor calado en mi vida. Ella siempre me ha conducido a su Hijo en el que encuentro todas mis delicias. Nada hay que se pueda comparar al trato con mi Dios y Señor.

Es poco, muy poco lo que se pueda llegar a amar a la siempre Virgen. Ella, por designio divino quedó como Madre de Dios y Madre nuestra. La correspondencia filial a nuestra Madre, repito, siempre será muy poca en comparación con la gracia de tenerla como Madre.

Hemos sido bendecidos por Dios, con que una persona igual a nosotros, menos en el pecado, tenga esa misteriosa relación maternal con cada uno de nosotros.

Ella siempre nos conduce a su Hijo. Y, el Hijo siempre acoge la intercesión de su Madre, por nosotros. El Hijo intercede al Padre y nosotros intercedemos unos por otros por la gracia del Espíritu Santo. La oración de intercesión es necesaria y lógica en una Familia.

Solo Cristo redime y libera al hombre de la esclavitud del pecado. Su Madre colabora en la Redención desde su primer Sí, hasta el “sí” definitivo de todos los hombres de buena voluntad.

Os animo a que escribáis en este blog, mío y vuestro, aquellas experiencias en el trato con la Madre de Dios y Madre nuestra.