Virgen del Camino

Virgen del Camino
Madre de Dios

viernes, 16 de diciembre de 2011

Prefacio II de Navidad

RIQUEZAS DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA

PREFACIO II DE NAVIDAD

Juan Manuel Sierra López

Doctor en Liturgia. Trabaja al servicio de la Santa Sede como oficial de la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos.

El segundo prefacio para la Navidad se puede utilizar en el día de Navidad, durante la octava y todo el tiempo de Navidad, mientras no concurra una fiesta o solemnidad que tenga el prefacio propio.
Este texto se considera de nueva composición, elaborado para la edición del Misal Romano después del Concilio Vaticano II. Sin embargo, está inspirado en un sermón del papa san León Magno (Sermón segundo de Navidad: PL 54, 195-196) y recoge ideas y expresiones que se repiten en muchos de los antiguos textos litúrgicos romanos.

EL TEXTO

            Se trata de un prefacio más bien extenso, que presenta la obra de la salvación desde el misterio de Cristo, en un párrafo denso; por eso, el Misal lo titula “La restauración del universo en la Encarnación”. Dice así:
           
“Porque en el misterio santo que hoy celebramos, Cristo,
el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre
nosotros de un modo nuevo:
el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar
la nuestra;
el eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra
vida temporal para asumir en sí todo lo creado,
para reconstruir lo que estaba caído y restaurar de este modo
el universo, para llamar de nuevo al reino de los cielos al
hombre sumergido en el pecado.

            La versión española se diferencia un poco de la versión latina, pues explicita algunos términos y añade una frase que condensa la enseñanza de la oración: “Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre nosotros de un modo nuevo”.

LO QUE ESTAMOS CELEBRANDO

            Tras la primera parte del prefacio, que introduce la acción de gracias, se nos llama la atención sobre lo que “hoy celebramos”: por medio de la liturgia nos unimos de tal manera al acontecimiento de la salvación  que pasa a constituir  un presente, en  Dios y en la asamblea que celebra. De esta forma, el “misterio santo”, que en este caso es la Encarnación y el Nacimiento de Jesucristo, se torna accesible y es posible asimilarlo en la realidad de nuestra existencia, no porque lo comprendamos plenamente con nuestra inteligencia, sino porque participamos de él, nos sumergimos en la salvación y participamos de ella.
            Vienen a nuestro recuerdo las palabras que el evangelio de Lucas repite sobre la Virgen María: “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón Lc 2, 19 y 51). Los acontecimientos que han tenido lugar, siguen estando presentes como fuente de vida en nuestro corazón. Todo esto es aún más real en la vida de gracia y en el Año Litúrgico que se desarrolla en la Misa.

LA DIFERENCIA ENTRE CRISTO Y NOSOTROS

            Sigue un doble paralelismo que expresa la transformación de la persona de Cristo en la Encarnación: visibilidad y temporalidad. El Señor, en cuanto Dios, era invisible y no estaba sujeto al tiempo; al asumir una naturaleza humana, con todas sus consecuencias, se hace visible y empieza a estar sometido al transcurso del tiempo: semejante en todo a nosotros, menos en el pecado.
            Todo esto adquiere una especial plasticidad en los días de Navidad, pies la Iglesia nos invita a descubrir  nuestro Salvador en un niño recién nacido, con la ternura que encierra y la dificultad de comprensión.
            A continuación se explica la finalidad del misterio de la Encarnación y el Nacimiento con una triple afirmación: asume todo lo creado, reconstruye lo caído y restaura el universo. Esto se condensa en la acción sobre el hombre, centro de la creación, imagen de Dios y responsable directo del pecado y lo que éste implica: “Llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre sumergido en el pecado”.
            Si ponemos nuestra atención en Jesús, si nos acercamos al misterio de la persona del Salvador, podremos comprender mejor el amor infinito de Dios que nos sale al encuentro y la trascendencia de la redención, que nos libra del pecado.
            Una vez más, se enlazan la primera creación y la recreación que tiene lugar gracias al sí de María, la nueva Eva, que hace posible la Encarnación y el nacimiento del Señor.

CONCLUSIÓN

            Este desarrollo del misterio de la salvación realizada por Cristo nos lleva a la alabanza de Dios Padre y a vivir con intensidad la acción de gracias en la Misa.
            Lo que celebramos es verdaderamente entrañable, sensible y profundo: es el amor infinito de Dios que se hace hombre para que el hombre se haga Dios; Dios participa de la humanidad para que el hombre pueda participar de la divinidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario