De las excelencias de la imagen de la Candelaria.
“En aquella isla y entre esta gente que he contado, muchos años antes que tuviesen lumbre de fe ni noticias de evangelio, fue Dios servido que apareciese una de las mayores reliquias que hay en el mundo, y que más milagros ha obrado. Y aunque así a esta isla como a las comarcanas, los antiguos llamaron Fortunadas, por la fertilidad de tierra, temple y aires, por la docilidad de la gente y ubérrimos ingenios que produce, por ninguna razón le cuadra más este título de dichosas, como es por tener y encerrar en sí un don tan sobrenatural, una merced tan extraña, un beneficio tan inmenso, una dicha tan grande como es la santísima imagen de Candelaria que en esta isla apareció.
Si Loreto en Italia se precia de su imagen y con pregones altísimos la blasona, habiendo aparecido entre cristianos; si los altos e inaccesibles peñascos de Montserrat son poblados y visitados de innumerables gentes por haber aparecido allí aquella señora; Si Zaragoza con su Pilar está tan ufana; si Guadalupe tiene la nombradía y obras que sabemos por el mundo todo, por respeto de su imagen; si Peña de Francia, si la Antigua en Sevilla, si Consolación en Utrera, etc., son tan estimadas y con razón, ¿cuál veneración, estima, respeto y devoción se debe a esta Señora de Candelaria, por haber aparecido a infieles, y en tierra de infieles? Pues fue medio para que ellos viniesen a la fidelidad evangélica, y tuviesen conocimiento de uno y verdadero Dios. Préciase Roma de que recibió la fe y evangelio de San Pedro, y España de haber tenido por predicador a Santiago. La India se estima de haber oido a Tomás, y a San Juan Evangelista Grecia toda blasona de haber recibido su doctrina y haberlo tenido por principio y maestro de su cristiandad: que con más razón se preciará Tenerife de tener por predicadora de la fe aquélla en quien sola permaneció, así en actos exteriores, como interiores, que es la Virgen de Candelaria, patrona suya; que aunque con palabras no divulgó el evangelio, con su presencia dispuso los ánimos a recibirlo con mucha facilidad y a guardarlo con toda fidelidad y entereza; y es tanta la que los naturales con esta santa reliquia tienen, que si la fe no les enseñara la Candelaria ser madre de Dios, y no Dios, la confesaran a ella y tuvieran por tal, según la fe que con ella tienen, por haberles en su infidelidad aparecido y a la ley evangélica por su medio atraído”
(Historia de Nuestra Señora de Candelaria de Fray Alonso de Espinosa, bautizado en Alcalá de Henares el 17 de mayo de 1543)
En este relato podemos apreciar la acción misionera de la Madre de Dios, que se adelanta a sus hijos para facilitarles su labor evangelizadora. Parece que tenga prisa, y es que urge que el hombre encuentre la felicidad, que su corazón se llene de paz. Ella nos conduce siempre a su Hijo, en el que encontramos la razón de nuestro existir.
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